sábado, 17 de julio de 2010

Poema de Arthur Hugh Clough

No digas que es inútil la lucha,
que las heridas y el esfuerzo son en vano,
que el enemigo no ceja ni desfallece
y que todo seguirá como siempre.

Si fue falsa la esperanza, los temores también pueden mentir.

Tal vez tras ese humo lejano, ocultos
ahora mismo tus camaradas persigan al adversario en retirada
y, pese a tu escepticismo, resulten dueños del campo de batalla.

Pues aunque aquí las olas exhaustas rompan
sin que parezcan ganar un palmo,
por allá la marea inunda bahías y ensenadas
avanzando en silencio.

Arthur Hugh Clough
(Liverpool 1819 - Florencia 1861)

Tomado de aquí.

domingo, 11 de julio de 2010

SALMO 30



En ti Señor confío
no sea jamás confundido
Me libraste de la mafia de los gangsters
En tus manos encomiendo mi espíritu

Tú me has librado oh Señor
Dios de la verdad
Tú aborreces alos seguidores de vanos ídolos
y a los seguidores de consignas
pero yo solo espero en tí Señor

No me entregaste a su Policía Secreta
Tú me libraste del campo de concentración
ten piedad de mí Señor porque estoy en tribulación
Mientras ellos están en fiestas
-estan brindando-
llorando en la noche
en la casa saqueada
Estamos de luto en la mesa de comer
con el puesto vacío
pálidos y callados
esperando que llamen a la puerta
En el vecindario no nos saludan
Los compañeros de trabajo no lo conocen a uno
Y nuestro nombre ya no vuelve a pronunciarse
como si uno no hubiera existido nunca
Nos insultan en los radios todas la noche
y los técnicos se reúnen de noche contra nosotros
elaborando planes perfectos
Señor que no sea yo confundido
Que callen para siempre sus radios mentirosos
que hablan contra el justo
Tu presencia es para nosotros como una línea de Defensa
como un Refugio Antiaéreo.
ERNESTO CARDENAL.

Balada de la Fórmula Definitiva y Paradojal


I
Necias disquisiciones de fastidiosa ética:
mi cabeza, la ilusa, anda muy mal de juicio...
(¡peor la flaca bolsa, de irónica aritmética...!)
Le pregunté a la esfinge que tengo a mi servicio:
—oh ¿cuál será la fórmula, de virtud o de vicio,
que rija mis futuros? —y los abstrusos senos
musitaron unánimes, en tono profeticio:
¡todo no vale nada, si el resto vale menos...!

II

Eblís llévese entonces la ilusión que acaricio,
me dije, seducido por frase tan sintética;
acudí, sin embargo, a otro dios más propicio:
al Buda que reniega la física kinética...
Pendía de sus labios de palidez ascética
y presto oí del verbo los indecibles trenos,
la turbia paradoja de recia apologética:
¡todo no vale nada, si el resto vale menos!

III

Pero no satisfecho de esa sentencia herética
(tan absurda a las fibras de mi amante edificio),
fui tras otras palabras de más suave fonética,
que curasen mi trágico padecer adventicio.
Ninguna ¡no, ninguna! dio con el artificio
de ese bálsamo amable de perfumes amenos.
Todas fueron acordes cantando el epinicio:
¡todo no vale nada, si el resto vale menos!

Envío

¿A cuál? ¿A quién?: ¡al cínico señor del Maleficio,
al misterioso búho de alma peripatética!
Singlaremos entonces con rumbo al precipicio,
con rumbo al precipicio y a la nada hipotética,
pero iremos impávidos, ecuánimes, serenos,
diciendo la parábola desdeñosa y estética:
¡todo no vale nada, y el resto vale menos!

LEON DE GREIFF.

Límite y resplandor.



Algo me fué negado desde mi comienzo,
desde mi profundo conocimiento.
Y he velado dulcemente
sobre las espadas que cegaron mi luz.
Con nocturno rostro me he alzado
a batallar en el esplendor de mis dormidas normas,
con el pavor de mi júbilo primero
y en otra sombra abatida he pronunciado mi nombre,
mi tremendo, mi orgánico nombre,
mi nombre de filo y de simiente
bajo el sueño de un ángel.
Mis apetitos totales he derramado
como un tributo de reconocimiento,
mi olfato y mi tacto como duros presentes.
Mis olvidados sacrificios he reunido,
mis anteriores fuerzas,
mi casto furor,
mi más antiguo y añorado fuego.
Y he aquí que todas mis potencias
no logran arribar al límite de lo perdido.
En otra edad dichosa
mi palabra fue herida de terrestre amargura.

Hèctor Rojas Herazo

Tomado de http://ciruelo.uninorte.edu

sábado, 10 de julio de 2010

Una mano


Una mano más una mano

No son dos manos

Son manos unidas

une tu mano

a nuestras manos

para que el mundo no esté

en pocas manos


Gonzalo Arango